julio 20, 2009

Los amores de Auguste Comte

Auguste Comte, fue sin duda un personaje de la historia del pensamiento. Se le atribuye la invención del término "Sociología", pero a la vez se lo ha catalogado como un discípulo rebelde de Saint Simón. Cabe recordar que siendo alumno de la Escuela Politécnica de París fundada por Napoleón producto de la reforma educativa enciclopedista, tomó gran parte de las ideas de fuerte contenido social saintsimonianas, las que prendieron rápidamente en los cursos del Instituto. Salieron de allí gran cantidad de ingenieros que luego adherirían al concepto positivista de Comte, quién a la sazón fue durante siete años secretario de Saint Simón con el cual realizó trabajos en conjunto; de allí que se haya generado la disputa ideológica personal entre uno y otro. Comte ha sido un pensador revolucionario y adelantado en el tiempo. Su visión solidaria de la idea de orden con la idea de progreso ilimitado es quizás la síntesis más lograda de su ideario. Hablando de sus amores, cabe decir que por 1845, Auguste, que venía de sostener un matrimonio desgraciado con una prostituta, conoció a Clothilde de Vaux, (retrato a la derecha) cuyo marido se hallaba cumpliendo condena de prisión perpetua, y de la cual se enamóró "locamente". La unión de pasados desdichados confluyó en un amor pasional e idealizado. La muerte de Clothilde a tan sólo un año de relación, no apaciguó esa pasión que sentía por ella. Se cree que ha sido la gran inspiradora de la llamada "religión de la humanidad" que elaboró en la última parte de su vida. Tal religión, según expresa el Profesor Agustín González, significó el desplazamiento del pensamiento de Comte desde la fase filosófico - científica a la fase filosófico - mística. De allí que Clothilde haya tenido un lugar predominante, ya que se la consideraba como la "mediadora entre el Ser Supremo" y su "Sumo Sacerdote", siendo éste último el propio Comte. Ahora bien, no todos los críticos consideran válida tal afirmación, pero es sin dudas Clothilde la gran artífice de esta etapa mística en que deviene el ideario positivista. La enorme desazón afectiva culminó en una necesidad filosófica creativa que perduró por largo tiempo en Europa y en particular en América.

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