julio 17, 2009

Educación y solidaridad

La educación ha sido protagonista por acción u omisión de los hechos más salientes de la humanidad. Las actos más sublimes y atroces de los hombres se han debido a su aplicac ión recta, precisa o a su errónea interpretación. Como ejemplo podemos dar los usos y costumbres en los cuales el orador como factor aglutinante de público, se dirigía a éste en sitio abiertos de los poblados en su caracter de ilustrado en artes y ciencias diversas. De este modo y sin reducto físico que lo contenga, llevaba su saber, entendible o no, coherente o no, verosímil o no, pero con un alto poder de convicción y despertando en sus oyentes una ansiada amiración. Desde las túnicas de la Grecia antigua y la toga de la Roma esplendorosa, hasta las prendas distintivas que actualmente lucen los catedráticos y letrados de distintos claustros, la imagen del docente ha mutado en su exterior; mas no en su esencia, que no es sino la de transmitir el conocimiento a la mayor diversidad social que sea posible, con una profunda y sentida vocación solidaria. Será entonces, porque la educación bien entendida ha sido y es, referente de la solidaridad como valor individual y colectivo.

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